En Santa Teresa los atractivos se multiplican: una antigua fortaleza, playas, diferentes caminos internos, palmares y flora exótica.
La trayectoria de la Fortaleza se remonta al año 1762, cuando los los portugueses, previendo un nuevo conflicto con España, decidieron fortificar el punto, por aquel entonces llamado Castillos Chicos. Sus muros fueron construidos de una doble pared de piedra de sillería y unidos por estribos. El espacio entre ambos fue rellenado con tierra y cascotes para formar el camino de ronda y resistir las vibraciones de los disparos de la artillería enemiga. Dentro de este monumento se pueden vivenciar siglos de historia. Pasó a manos de los orientales en 1825, y permaneció abandonada mucho tiempo hasta que fue redescubierta por el historiador Horacio Arredondo, quien comenzó las gestiones para su reconstrucción en el año 1928.
Al este de la Fortaleza de Santa Teresa se encuentra el Parque Nacional, de igual nombre. En un área de aproximadamente 3.200 ha, alberga especies de todos los continentes, alrededor de dos millones de plantas y árboles, en amplios jardines, perfectamente delimitados por boj y cipreses. Es uno de los parques más grandes del mundo, creados por la humanidad, que combina belleza y tranquilidad. Allí se puede acampar y realizar caminatas por el Recreo del Soldado.