El prestigioso periódico estadounidense, The New York Times, destacó recientemente "las hermosas y poco conocidas playas uruguayas", entre ellas las de Rocha. La periodista Nell McShane, describe a sus lectores que se pueden encontrar "pacíficas comunidades hippies, elegantes restaurantes de pescado junto a las dunas, una nueva y activa comunidad de deportes acuáticos y pueblos aislados donde se puede dormir en una hamaca y convivir con lobos marinos".
"Este país progresista ha estado desde hace mucho tiempo fuera de los radares de los norteamericanos, pero tiene algunas de las mejores playas de Sudamérica y ofrece descuentos (del impuesto al valor agregado IVA) para turistas extranjeros", subrayó.
La Pedrea, Laguna de Rocha, Cabo Polonio y Punta del Diablo
Según The New York Times, la mejor forma de recorrer la costa uruguaya es alquilando un auto en Montevideo e ir parando en los distintos balnearios. Los recomendados de Rocha por el medio estadounidense son La Pedrera, Laguna de Rocha, Cabo Polonio y Punta del Diablo.
Señala que "Rocha es más barato que otros destinos uruguayos y está más cargado de veraneantes durante el pico de la temporada". Además indica que es un destino turístico distinto a otros. "No hay edificios, hoteles pertenecientes a cadenas ni playas sobreexplotadas. Está libre de comercialismo. A lo sumo alguien se puede acercar a tu reposera y ofrecerte un sándwich o una artesanía, pero como esto es Uruguay, no son molestos, y aceptan el rechazo con ecuanimidad y una sonrisa".
La Avenida Principal de La Pedrera, la define como “un enjambre de personas”. En la nota, se detienen en la principal avenida del balneario donde se pueden encontrar “desde grupos de 20 y tantos años que se alojan en campamentos y forman círculos de tambores, hasta padres que van arreando manadas de niños pequeños hasta la playa”. El paisaje se lleva un apartado, “las rocas escarpadas crean fabulosas vistas, pero las playas en sí mismas, especialmente Playa del Barco, al sur, y Punta Rubia (El Desplayado) al norte, son amplias, limpias y buenas para nadar”.
Una parada obligada, según la nota, es hacer un alto a orillas de la Laguna de Rocha: “hay una cubierta de madera salpicada de sillas y mesas de plástico. Esto es Cocina de la Barra, un pequeño restaurante dirigido por las esposas e hijas de los pescadores que viven de la laguna. El stock de camarones frescos, cangrejos y pescado frito delicadamente, viene directamente de los pequeños botes de pesca a la cocina, una asociación comunitaria encantadora que comenzó hace tres años”.
Cabo Polonio, definido como un lugar "para salir de la red", es un paso típico en el recorrido de las playas rochenses: "Si bien los albergues y los restaurantes de la ciudad se llenan de gente durante el verano, prácticamente no hay Wi-Fi y la electricidad es mínima: los generadores crean suficiente refrigeración para una cerveza fría en un restaurante al aire libre, pero no para una luz en su dormitorio". En Cabo Polonio, explica la periodista: “se puede escuchar el sonido de la colonia de lobos marinos reunidos bajo el faro, y es posible ver ballenas de septiembre a noviembre. Esta parte de la costa aún puede sentirse salvaje, especialmente en temporada baja, cuando lo único que se encontrará en la playa es la vaca ocasional que se ha perdido”.
El recorrido termina en Punta del Diablo, definiéndolo sencillamente, "sus calles pavimentadas de manera irregular y restaurantes destartalados se llenan en temporada alta, con familias que pasan días enteros en el tramo de kilómetros de playa y grupos de jóvenes que llenan los bares por las tardes".
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