Contraescena presenta su comedia "El médico a palos" de Molière en el Teatro 25 de Mayo de la ciudad de Rocha.
Entradas: $300 (2x1) Tarjeta Jóven.
¿De qué trata la obra?
Sganarelle es un leñador, alegre y bebedor. Trabajó seis años para un famoso doctor, por lo que aprendió algunos rudimentos de medicina. Un día mientras discutía con su esposa Martina, quien le reclama estar siempre en descanso, intenta darle un golpe con su sombrero. Al ver la furia de su mujer, le pide perdón y ella se lo concede pero jurando vengarse.
A Martina se le presenta la ocasión cuando se encuentra con Valerio y Lucas, sirvientes de Geronte, que andan en busca de un médico que cure a la hija de su amo. Martina entonces inventa que Sganarelle es un prestigiado doctor muy reconocido. Les dice que a veces llega a negar su profesión, y que solo confesará ser médico a fuerza de golpes.
Para convencerles de sus poderes sanatorios, Martina cuenta que Sganarelle ha revivido a los muertos. Lucas y Valerio parten a buscar al extraño doctor, muy felices y esperanzados. Lo encuentran cortando leña, y a pesar de sorprenderles su atuendo rústico y actitud campesina, no dudan de las palabras de Martina. Le explican su situación y le piden que los acompañe. Sganarelle repite una y otra vez que él no es médico, por lo que Valerio y Lucas lo apalean hasta que lo admite.
Desde ahí empieza la farsa de Sganarelle para no recibir más golpes, al tiempo que descubre que no le va mal con la medicina y que solo bastan tres o cuatro palabras hábiles que mezcladas con un falso Latin, le sirven para hacerse de unos buenos escudos.
Aparece entonces un joven galan pretendiente de Lucinda, hija de Geronte, a quien se le está vedado verla porque ya la han prometido en casamiento a otro joven con más dote.
Nuestro falso médico en su afán de servir sin quererlo enreda todo llegando al final con una hora que lo persigue y con un desenlace inesperado.
Una vez más el humor nos sirve de vehículo para hablar de amor, corrupción, intereses creados y el engaño como escape. Cuatrocientos años después Moliere nos sigue mostrando que hay temas que se repiten y que solo cambia el indumento quedando intactas las mismas miserias de ayer en plena vigencia hoy