Cementerio local

Formaba parte de la tradición cultural de los pueblos hispánicos, elegir como lugar final para los habitantes muertos, los espacios aledaños a la Iglesia principal y en algunos casos al propio recinto del Templo. Todo ello configuraba el "Camposanto".

En realidad las comunidades españolas reaccionaron tarde a lo dispuesto por el Decreto Real el año 1787 que prohibía los enterramientos en las Iglesias y obligaba a los pueblos sacar los cementerios a extramuros. En las colonias, en base a la resistencia de la propia Iglesia, la demora fue mayor. Recién por 1808 se establece en Montevideo el primer cementerio exterior a las murallas. Poco a poco el crecimiento de estos centros poblados hicieron imprescindible y obligatoria la ubicación de nuevas instalaciones en las afueras de la ciudad.

Del camposanto al ejido de la ciudad

En este proceso, también le llegaría el turno a la modesta Villa de Nuestra Señora de los Remedios, que, abandonando el camposanto del predio céntrico (aproximadamente hoy Escuela Ramírez), lo traslada hacía el ejido de la ciudad. Hasta allí fueron los rochenses de entonces, en solemne procesión encabezada por el Cura y la liturgia de la Cruz, trasladando los restos del viejo camposanto hacia su nueva ubicación - en espacio donados por la familia Barrios - un lejano día de mediados del año 1850.

En un principio el cementerio no era más que un campo. Un simple espacio alambrado para que no entraran allí animales a pastar. Las propias necrópolis de la capital del Uruguay y de las principales ciudades, ofrecían hasta más de la mitad el siglo XIX un aspecto poco edificante.

El modelo del Cementerio

Con el tiempo, cambios culturales referidos a un mayor respeto al fenómeno de la muerte, superior consideración de la memoria de los deudos fallecidos y previsiones de carácter higiénico - sanitario, fueron llevando a la planificación de un modelo de cementerios que difería en mucho al de su formación primitiva. Se fueron dejando de lado aquellas sepulturas comunes, donde se depositaban restos humanos en forma indefinida e impersonal, para dar lugar a tumbas o enterramientos delimitados e identificables.

Hacia 1865 aparecen las adjudicaciones de algunos “solares” para levantar panteones. Se presume muchas sepulturas en tierra y pocos o ningún nicho.

La convicción de que era justo contar con un predio digno y de carácter poco menos que sagrado donde dejar sus familiares fallecidos y poder ir a visitarlos periódicamente, llevaron a los arquitectos a los cementerios. Se trazan planos donde se reservan espacios parquizados,y se establecen senderos, calles o pasajes internos, árboles adecuados y zonas verdes sin ocupar. En estos momentos se delinea lo que se denomina el “Primer Cuerpo”, del Cementerio local, estableciendo en él, el Sector A (por la avenida central a la derecha), y el Sector B, (a la izquierda), siendo ocupado en principio, este último.

Paralelamente, entre los años 1870/75, se ponen a la venta los primeros nichos. Todo este proceso se realiza en medio de penosas carencias económicas, donde una Comisión Auxiliar dependiente de Maldonado, procuraba sin medios, un mínimo mantenimiento.

Obras y emprendimientos más importantes comenzarán con la creación del departamento de Rocha, especialmente con el empeño personal de Pedro Lapeyre. Se construirán más nichos, un osario, depósitos y otras comodidades y más tarde (1888) la Rotonda. También se levantarán muros y una reja a la entrada. A mediados de 1894 comienzan las obras de cerramiento y acondicionamiento del 2do. Cuerpo.

Al mismo tiempo se suceden distintos llamados para la construcción de nuevos conjuntos de nichos como forma de responder a una demanda creciente.

En resumen, el 1er. Cuerpo del Cementerio local, constituye un elemento patrimonial insoslayable de la ciudad.

Quien lo visite con mirada atenta, podrá visualizar allí, formas constructivas y monumentos funerarios que evidencian las distintas etapas del desarrollo de la misma, así como el interés indisimulado de sus pobladores por permanecer en la memoria y el recuerdo de futuras generaciones, reflejando sus distintas posiciones en la sociedad de entonces. Convencida de tal importancia, en el futuro próximo la ciudad procurará poner en valor dicho sitio patrimonial, poniendo a disposición de turistas y lugareños, una “hoja de ruta” imprescindible para la mejor comprensión de este verdadero mosaico de los rochenses de los siglos XIX y XX.

Autor: Néstor Sabattino Dossi, "Rocha: una ciudad para caminar..."



Cementerio de Rocha - Foto: Nestor Sabattino
Cementerio de Rocha - Foto: Nestor Sabattino
WhatsApp